FIDELIDAD DE YHVH AL ENTREGAR HEREDAD A ISRAEL

(TEOLOGÍA DEL LIBRO DE JOSUÉ)

 

 Prof. Abner B. Bartolo H.

Introducción

 

El libro de Josué no es solamente el registro histórico de la conquista y repartición de la tierra de Canaán. Es un libro que continúa el hilo histórico de la nación de Israel presentado en los libros predecesores (Génesis a Deuteronomio), y sirve de puente para los siguientes. Además, depende teológicamente del Pentateuco, ya que mucho de lo que se dice en Josué fue estipulado anteriormente. Sin embargo, esto no impide que un tema central y una teología propia.

Entonces, ¿cuál es la teología del libro de Josué? Walter Kaiser, entiende como “el lugar de la promesa”, abarcando desde Deuteronomio hasta los primeros capítulos de 1 Samuel. Por su lado, von Rad exponiendo la teología del Hexateuco, del libro de Josué dice que es “la entrega de Canaán” de parte de YHVH. Para John MacArthur, Josué trata de “la fidelidad de Dios en cumplir su promesa en darle la tierra a los descendientes de Abraham”.

YHVH fue fiel con Israel, ya que “no faltó palabra de todas las buenas promesas que YHVH había hecho a la casa de Israel; todo lo cumplió” (Jos 21:45). En el presente trabajo sustentaré aquella fidelidad como tema central o teología del libro de Josué.

 

1. Fidelidad divina

 

Por más que los términos “fidelidad” (’emunah) o “fiel” (’aman) no aparezcan en el libro de Josué, no se descarta tal tema. Pues desde inicio a fin se pone en relieve la acción divina de “entregar” la tierra que Él prometió a los antepasados de los israelitas.

Cuando Josué asume el liderazgo de Israel, YHVH le dice: “Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos” (Jos 1:6). Y ya finalizando el libro, a manera de resumen, dice:

“De esta manera dio YHVH a Israel toda la tierra que había jurado dar a sus padres, y la poseyeron y habitaron en ella. Y YHVH les dio reposo alrededor, conforme a todo lo que había jurado a sus padres; y ninguno de todos sus enemigos pudo hacerles frente, porque Jehová entregó en sus manos a todos sus enemigos. No faltó palabra de todas las buenas promesas que YHVH había hecho a la casa de Israel; todo se cumplió” (Jos 21:43-45).

 

La fidelidad de YHVH es notoria porque cumplió su “promesa”, aquella que había “jurado” a Abraham, de “entregar” la tierra de Canaán, de estar siempre “presente”, y “castigar” en caso de violación al pacto establecido.

 

1.1 Fiel a su promesa

 

Dios no faltó a “todas las promesas” que había hecho (Jos 21:45); y en Jos 22:4, dice: “Ahora, pues, que YHVH vuestro Dios ha dado reposo a vuestros hermanos, como lo había prometido…”. En la primera cita, “promesas” es traducido de hadabar, y en la segunda cita “prometido” es traducido de diber (Piel, perf.). Ambos provienen de la raíz dbr que significa “palabra” (en el sustantivo) y “hablar” (verbalmente). Ambos son términos para significar el lenguaje.

Los israelitas tenían en mente la palabra de YHVH o lo que Él había hablado acerca de heredar la “tierra que fluye leche y miel”. Pues por boca de Moisés reiteradas veces se repite “la tierra que YHVH ha prometido” o “prometió” (Ex 12:25; Nm 10:29; 32:11; Dt 1:11; 8:1; 9:28; 19:8; 26:18). Y YHVH no faltó a su palabra. Pues, incumplirlo equivaldría a mentira (y pecado), pero “Dios no es hombre, para que mienta” (Nm 23:19).

 

1.2 Fiel a su juramento

 

El testimonio del juramento encontramos en las propias palabras de YHVH: “por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos” (Jos 1:6). En palabras de Josué: “la tierra de la cual YHVH había jurado a sus padres que nos la daría, tierra que fluye leche y miel” (Jos 5:6); “De esta manera dio YHVH a Israel toda la tierra que había jurado dar a sus padres” (Jos 21:43); “Y YHVH les dio reposo alrededor, conforme a todo lo que había jurado a sus padres” (Jos 21:44).

Todos los verbos “juré” o “había jurado” de Josué están en Nifal, traducidos de šb’ que significa “jurar, prometer, prestar juramento”. Así, YHVH en el pasado hizo un juramento que cumplió en el tiempo de Josué. Específicamente el juramento se hizo con Abraham: “YHVH, Dios de los cielos, que me tomó de la casa de mi padre y de la tierra de mi parentela, y me habló y me juró, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra” (Gn 24:7). Este juramente fue citado por José (Gn 50:24), Moisés (Ex 6:8; 13:5; 13:11; Nm 11:12; 14:16; Dt 1:8; 6:10, 18, 23), y el mismo YHVH (Éx 33:1; Nm 14:23, 30; Dt 1:35).

Los israelitas eran conocedores del juramento hecho por YHWH, no solo por las repeticiones de Moisés sino por la transmisión oral de generación en generación; por eso cuidaron con celo el cuerpo embalsamado de José para ser enterrado cuando llegasen a la tierra prometida (Gn. 50:24-26), y así lo hicieron (Jos. 24:32).

Dios fue fiel en cumplir su juramento, pues en reiteradas ocasiones se dice que Él “dio” (Jos 1:2, 3, 11, 13, 15; 2:9, 14; 5:6; 9:24; 18:3; 23:13, 15) o “entregó” (Jos 1:3; 2:24; 6:2, 16; 7:7; 8:1, 7, 18; 10:8, 12, 19, 30, 32; 11:6, 8) la tierra en posesión.

 

1.3 Fiel en su presencia

 

Los rubenitas, los gaditas y la media tribu de Manasés, dijeron a Josué: “De la manera que obedecimos a Moisés en todas las cosas, así te obedeceremos a ti; solamente que Jehová tu Dios esté contigo, como estuvo con Moisés” (Jos 1:17). Estos hombres sabían que era sumamente importante la presencia de YHVH para entrar en la tierra de Canaán y conquistarla.

Y Josué que ya había disfrutado de la presencia divina en el Sinaí, en el tabernáculo y como ayudante de Moisés, sabía que no podría cumplir la misión que había sido llamado sin la presencia de Dios, por eso YHVH le prometió: “como estuve con Moisés, estaré contigo” (Jos 1:5; de expresión similar en 1:9 y 3:7). Esta promesa fue una reiteración de lo que Dios le prometió en su instalación como nuevo líder de la nación de Israel (Dt. 31:7-8, 23).

YHVH dijo a Josué: “Desde este día comenzaré a engrandecerte delante de los ojos de todo Israel, para que entiendan que como estuve con Moisés, así estaré contigo” (Jos 3:7). Lo dijo y lo cumplió. Pues, desde el cruce milagroso en seco por el Jordán hasta su muerte, el Señor estuvo con Josué. Esto era notorio en las campañas militares exitosas, en su autoridad, y ejemplo. Hasta el punto que Israel sirvió a YHWH todo el tiempo de Josué, y todo el tiempo de los ancianos que sobrevivieron a Josué y que sabían todas las obras que el Señor había hecho por ellos (Jos. 24:31).

 

1.4 Fiel en castigar

 

La infracción al Pacto tenía como consecuencia castigos o maldiciones. En el libro de Josué se relata un caso específico: “Israel ha pecado, y aun han quebrantado mi pacto que yo les mandé; y también han tomado del anatema, y hasta han hurtado, han mentido, y aun lo han guardado entre sus enseres” (Jos 7:11). El pacto establecido requería obediencia. Y en caso de Jericó se ordenó la destrucción total de la ciudad y la abstinencia de tomar cosas de ella. Sin embargo, Acán tomó para sí varias cosas de valor. La prevaricación de Acán no solamente le hizo “anatema” (7:12) sino también a toda la nación; por ello, la “ira de YHVH se encendió contra los hijos de Israel” (7:1). Y YHVH no iba pasar por alto tal ofensa, por eso castigó a la nación con una vergonzosa derrota en Hai.

YHVH no toleró la ofensa de Acán por eso ordenó su destrucción, la de su familia y todos sus bienes. Y cuando se cumplió, “YHVH se volvió del ardor de su ira” (Jos 7:26). YHVH fue fiel en castigar la ofensa cometida; incluso esto sirvió como instrucción o recordatorio de las consecuencias de la desobediencia. Y los israelitas lo asimilaron como tal: “Y levantaron sobre él un gran montón de piedras, que permanece hasta hoy” (Jos 7:26); y lo usaban como ejemplo negativo: “¿No cometió Acán hijo de Zera prevaricación en el anatema, y vino ira sobre toda la congregación de Israel? Y aquel hombre no pereció solo en su iniquidad” (Jos 22:20).

 

2. YHVH, el guerrero

 

Las últimas palabras de Moisés fueron: “Bienaventurado tú, oh Israel ¿Quién como tú, pueblo salvado por YHVH, escudo de tu socorro, y espada de tu triunfo? Así que tus enemigos serán humillados, y tú hollarás sobre tus alturas” (Dt. 33:29). En el versículo aparte de declarar que YHVH provee salvación y protección, se dice que también da la victoria: YHVH como espada de triunfo. En el libro de Josué se retrata a YHVH como guerrero, Aquel que pelea por Israel, que infunde temor en los enemigos, y realiza acciones milagrosas para que Israel conquiste con facilidad la tierra de Canaán.

YHVH le dice a Josué: “Yo os he entregado… todo lugar que pisare la planta de vuestro pie… Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida…” (Jos. 1:3-5). Esta promesa se cumplió fielmente. Por eso al final de todo, Josué recordó al pueblo: “Pues ha arrojado YHVH delante de vosotros grandes y fuertes naciones, y hasta hoy nadie ha podido resistir delante de vuestro rostro. Un varón de vosotros perseguirá a mil; porque YHVH vuestro Dios es quien pelea por vosotros, como él os dijo” (Jos 23: 9-10).

 

 

2.1 YHVH pelea por Israel

 

YHVH se comprometió en entregar la tierra prometida a Israel y para ello tenía que eliminar a sus habitantes. Lo primero que hizo Dios es infundir temor en los reyes y habitantes de Canaán (Jos 5:1). Y luego realizó acciones milagrosas como la destrucción de los muros de Jericó (6:20) e hizo que el “sol se detuviese” (10:12,13; en sí la tierra se detuvo), facilitando así la conquista.

El libro de Josué enfáticamente dice que el éxito de la conquista es “porque Jehová peleaba por Israel” (10:14, 42); y se les recuerda a los israelitas, que: “Jehová vuestro Dios es quien ha peleado por vosotros” (23:3, 10). Además, YHWH dice: “Y envié delante de vosotros tábanos, los cuales los arrojaron de delante de vosotros, esto es, a los dos reyes de los amorreos; no con tu espada, ni con tu arco” (24.12). Una descripción pintoresca del poder de Dios.

          

2.2 El Príncipe del ejército de YHVH

 

Uno de los pasajes más maravillosos de Josué, por su contenido teológico, es el encuentro con el varón con la espada desenvainada (5:13-15). Éste se identificó como “Príncipe del ejército de YHVH”. ¿Qué apariencia tendría? Pues Josué al escuchar su identificación “le adoró” y le llamó “mi Señor” (Adonai). Además, este varón expresó las mismas palabras de YHVH a Moisés en la zarza ardiente: “Quita el calzado de tus pies, porque el lugar donde estás es santo”.

No hay duda que es una manifestación visible de Dios. Es una teofanía. No puede tratarse de un simple ángel porque los ángeles del Señor rechazan la adoración humana (Ap. 19:10). Éste “varón con la espada desenvainada” tenía que ser “Dios mismo”; sin embargo se presenta como “Príncipe” y no como “Rey”; además, dice que “ahora” viene como “Príncipe”, significando que en otro tiempo vendrá de otra forma. Esto lleva a la conclusión que aquel Varón era la manifestación visible de Cristo preencarnado; era una Cristofanía.

Podemos llegar a esa conclusión los cristianos en base a la revelación del Nuevo Testamento. Sin embargo, ¿cómo lo entendió Josué? Es imposible afirmar que Josué entendía que el “Príncipe del ejército de Jehová” era la segunda persona de la Triunidad. Pero sí le adjudicó divinidad. Josué estaba seguro que estaba postrado ante YHVH.

El hecho de que Éste Príncipe esté con la “espada desenvainada” significa que estaba preparado para la guerra e iba pelear al lado de Josué y los israelitas. Para Josué esto era una confirmación más que YHVH pelearía junto a ellos. Una prueba más que YHVH es guerrero poderoso.

 

3. Fidelidad divina y responsabilidad humana

 

 Dios siempre ha sido fiel, pero también demanda la participación humana. En el libro de Josué se ha visto que YHVH fue fiel en cumplir sus promesas, pero aquella fidelidad no exime la responsabilidad de los israelitas.

Entre las responsabilidades encontramos:

- Esforzarse y ser valiente (Jos. 1:6, 7).

- No traspasar el pacto establecido con YHVH (23:16).

- Obedecer la Ley de YHVH (1:7,8; 8:31, 34; 22:5; 23:6).

- Temer y servir a YHVH siempre (4:24; 24:14).

- Conquistar desde el desierto y el Líbano hasta el gran río Éufrates (1:4).

 

 En general, los israelitas cumplieron con sus responsabilidades, y sirvieron a YHVH todo el tiempo de Josué y los ancianos que le sobrevivieron a Josué (Jos. 24:31). Excepto, cuando Acán prevaricó (Jos. 7), cuando se dejaron engañar por los gabaonitas, no consultando al Señor (Jos. 9), cuando pospusieron y posteriormente abandonaron la conquista (13:1-13), y cuando los rubenitas, gaditas y la media tribu de Manasés construyeron un altar junto al río Jordán, provocando de esta manera a las demás tribus (Jos. 22).

Las últimas palabras de Josué a los principales líderes de Israel consistían en hacerles recordar la fidelidad de Dios desde Abraham hasta introducirlos en la tierra prometida, cómo el Señor les había protegido y dado la victoria sobre sus enemigos; exhortándoles a obedecer el pacto con YHVH, a continuar con la conquista de los pueblos, a no contraer matrimonios con las personas de otros pueblos, a servir de todo corazón a YHVH, y rechazar toda idolatría en sus vidas (Jos. 23, 24).

 

Conclusión

 

El libro de Josué no solamente tiene hermosas frases de ánimo o exhortación para la vida cristiana (“esfuérzate y sé valiente”, “yo estaré contigo”, “yo y mi casa serviremos a YHVH”, etc.), o la manifestación del poder de Dios (cruce del río Jordán, la caída de los muros de Jericó, el sol se detuvo, etc.); no solamente trata de épicas conquistas o estrategias militares, o de una detallada repartición de la tierra conquistada.

El libro Josué trata de la fidelidad de YHVH, de cómo Él se manifiesta como guerrero, y de la responsabilidad humana. El libro de Josué no es solamente un recuento histórico de la entrada, conquista, y repartición de la tierra prometida; es el recuento de cómo Dios cumplió su promesa a Abraham. Josué es un libro teológico.

 

YHVH sigue siendo fiel a sus promesas. Así como Él peleó por Israel, nosotros “en Cristo somos más que vencedores”. Y siempre busquemos imitar su infinita fidelidad, seamos fieles al Señor. ¡Adelante!