El día de la Reforma Protestante: Celebración y reflexión en la Iglesia Evangélica Peruana

Abner B. Bartolo H.

 

La Iglesia Evangélica Peruana (IEP) es heredera de la Reforma Protestante y este 31 de octubre está llamada a celebrar la valentía de Martín Lutero, al clavar sus 95 tesis en la puerta de la iglesia del castillo de Wittenberg el 31 de octubre de 1517 (hecho que algunos historiadores han puesto en tela de juicio). Sí, valentía que de algún modo necesitamos imitar. A más de este accionar humano la invitación es a celebrar la intervención divina en favor de su iglesia. La mano de Dios hilvanando los procesos históricos y levantando instrumentos para cumplir su voluntad, en este caso: Reformar y revitalizar su iglesia.

Pues la Iglesia estaba lejos de reflejar los ideales de Jesús y las enseñanzas de los apóstoles, ya no se guiaban por la autoridad de las Sagradas Escrituras sino por la interpretación de sus líderes.  Los Papas y cardenales llevaban una vida totalmente ajena al cristianismo, inmersos en un mundo de vicios, lujos y riquezas (incluso habían tres Papas peleándose por el puesto). No actuaban como pastores  sino como opresores, imponiendo cargas imposibles de llevar. Se aprovechaban de la ignorancia de los feligreses para vender indulgencias y hacerles creer que así se salvarían o disminuirían sus años de tormento. Los sacerdotes y obispos raramente predicaban las Escrituras, frecuentemente compraban sus cargos eclesiásticos y algunos ni residían en sus diócesis, mientras que la superstición y la idolatría se adueñaban de Europa.

El párrafo anterior es una breve descripción de la situación eclesial durante la época pre-reforma. Lo que en efecto no significa que tal descripción sea completa ni que no exista algo positivo en tal periodo. Siempre hubo y habrá líderes y comunidades de fe que busquen agradar a Dios. Pero la coyuntura del siglo XVI llevó a los reformadores a pensar que “otra iglesia es posible”, una iglesia diferente de la Católica Romana y más parecida a la Iglesia primitiva, cristocéntrica, regida por las Escrituras y, que predica y practica la gracia divina. Ideal que condujo a varias interpretaciones teológicas y la diversificación de iglesias, y posteriormente a un nuevo fervor misionero y litúrgico.

Y allí nos encontramos como IEP, no como la extensión eclesiológica de Lutero, Calvino, Zwinglio, Simons, u otro, sino como una representación de las diversas expresiones eclesiológicas de la post reforma. Somos una iglesia heredera de la reforma pero con identidad propia. Como iglesia histórica en el Perú (desde 1893) somos protestantes ante los ojos de la sociedad (o la Iglesia Católica). Y estamos orgullosos de serlo porque pertenecemos al protestantismo, aunque nuestra declaración de fe está basada en las Sagradas Escrituras.

Nuestra celebración del día de la Reforma no es una incitación a luchar contra el catolicismo romano, sino un llamado a la autoevaluación: ¿cuánto hemos avanzado en el ideal de Cristo referente a su novia? Es una invitación al fervor misionero (la evangelización y la re-evangelización), a un cristianismo radical y, que se predique y practique el amor de Cristo. Finalmente, para no volver a tiempos de la pre-reforma, hoy digamos y actuemos en un: No a la teología de la prosperidad, no a la seducción del poder en el liderazgo (pastor y ancianos), no al legalismo, no al analfabetismo bíblico y la inaplicabilidad diaria, no a la religiosidad popular enceguecedora, no a los pastores irresponsables y vividores, no a los teólogos que favorecen sistemas políticos, sociales y eclesiales opresivos, sí a la proclamación verbal y vivencial del mensaje cristiano, sí a la reforma continua del individuo y la comunidad de fe, sí a la presencia e influencia cristiana en los diferentes estratos de la sociedad. Estas y más por una ecclesia reformata semper reformanda (“la Iglesia reformada siempre reformándose”).

 

(Este texto fue escrito a petición de la Comisión de Comunicación e Información de la Iglesia Evangélica Peruana. Guatemala 30 de octubre de 2015)

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